CAPÍTULO PRIMERO

 

¿Entiendes lo que lees?

 

 

Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?

El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.

 

Hechos 8:30,31

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     A partir de esta sencilla pregunta, que data de los albores de la era cristiana, la vida de un importante hombre etíope, encargado de los tesoros de su país, cambio para siempre. Y es muy probable, también, que el destino del continente africano haya sido afectado con el evangelio de Jesucristo a través de este mismo hombre. Pero ¿Qué fue  lo que provocó tan impactante resultado? Al parecer, la honestidad y humildad de este prosélito de la fe judaica al reconocer su incapacidad de comprender los escritos Sagrados de los hebreos, manifestando que de no haber alguien que lo instruyera o guiara no podría nunca entender lo que leía, por lo que respondió tan atinadamente: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?

     Con esta misma pregunta formulada por Felipe, uno de los primeros diáconos de la Iglesia de Jerusalén, al eunuco etíope hace ya casi dos mil años y que además da nombre a este libro, deseo iniciar el primer capítulo de esta obra. En él quisiera compartir (a modo de pinceladas) sobre algunos principios básicos de Hermenéutica, con el fin de ayudar a los lectores a obtener una mejor comprensión del libro más maravilloso de todos los tiempos, la Santa Biblia.

 

Herramientas útiles para un estudio más efectivo

 

     En primer lugar, quisiera recomendar algunas herramientas esenciales que creo casi imprescindibles para un optimo estudio de la Palabra de Dios: Un buen diccionario bíblico de palabras y conceptos es fundamental; también, si pudiera adquirir el Diccionario expositivo “Vine”, para la interpretación de las palabras bíblicas en su idioma original, sería de máxima ayuda y/o el diccionario Strong en español, para griego y hebreo bíblico. Además, es bueno disponer de un manual de costumbres de los tiempos bíblicos y, por supuesto, un buen manual sobre principios hermenéuticos. Todo esto será, sin lugar a dudas, un muy buen aliado al momento de inquirir seriamente en las páginas sacras. Para los que se manejan bien con los computadores e internet, pueden descargar la enciclopedia bíblica “e-Sword”, la cual está disponible, gratuitamente, en la red. Solo escriba el nombre en el buscador y le llevará al enlace correspondiente. Con este último, prácticamente no necesita nada más para realizar un buen estudio de la Biblia.

     Debe tener bien en cuenta que si  con todas estas herramientas a disposición resulta ya complicado entender la Biblia, mucho más lo será sin ellas, por lo que recomendaría encarecidamente que procure adquirir, sino todos, al menos uno de estos recursos para su biblioteca, y obviamente su Biblia, la que sugeriría también como mínimo en dos versiones diferentes, para que pueda comparar los textos a estudiar.

     En cuanto a un buen manual de Hermenéutica, personalmente recomiendo el libro “Hermenéutica” de Milton S. Terry. En esta obra citaré varias de sus enseñanzas, las que me han ayudado o facilitado enormemente en la comprensión de algunos pasajes difíciles de Las Sagradas Escrituras. Podría decir con toda libertadque la Hermenéutica del Dr. Terry me enseñó a leer la Biblia para entenderla.

 

Un gran error en la interpretación

 

     Un gran error que han cometido teólogos e intérpretes de la Biblia, a través de todos los tiempos, ha sido ignorar o pasar por alto un principio elemental de interpretación, el cual consiste en hacer uso de la lógica o sentido común al leer los textos sagrados en especial el profético—, y en lugar de eso han dado al discurso escatológico un carácter de misticismo e irracionalidad que en verdad no tiene, convirtiéndolo en un oráculo indescifrable y llanamente ambiguo.

     Al pretender interpretar la Biblia se debe tener en cuenta dos elementos de suma importancia: Primero, su marco histórico. Se debe aceptar que fue escrita para personas y pueblos que vivieron hace más de dos mil años y cuyas características y condiciones de vida difirieron considerablemente con las nuestras. Es verdad que Pablo dice: “toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”[1]; sin embargo, no debemos ignorar que ciertas escrituras especialmente en el Nuevo Testamento, tuvieron un cometido muy específico por las que fueron escritas y enviadas a sus primeros lectores. Por tanto, se hace imprescindible para el intérpreteque haga uso de la razón y su sano juicio al interpretar la Biblia. Debe olvidarse del tiempo y lugar en que está viviendo y remontarse al pasado. Compenetrarse con el espíritu del escritor en el momento que redactaba su carta. Tan solo así podrá comprender, desde tan lejana distancia, qué fue lo que inspiró y motivó al escritor, de determinado libro, a escribir lo  que  escribió. Y en segundo lugar se debe tomar en cuenta su gramática.

     Gramática, según el diccionario, es la ciencia que estudia los elementos de una lengua y sus múltiples combinaciones. También es el arte de hablar y escribir correctamente una lengua. El lenguaje bíblico pertenece a una lengua humana, por lo tanto debe analizarse bajo las mismas leyes con que se analizan todas las lenguas existentes. Es decir, deben respetarse todos los elementos gramaticales que constituyen  un pasaje, y no cambiar su condición bajo ninguna circunstancia; de lo contrario, el sentido del texto cambiará completamente.

     Cuando un texto dice: “He aquí yo vengo pronto”, no puede el interprete sea quien sea, con tal de hacer encajar esta frase en su doctrina o convicción, argumentar que esa palabra: «pronto» en realidad no quiso decir “poco tiempo” cuando fue escrita, sino que se refería a un periodo indeterminado de tiempo; pero que, sin embargo, ahora sí debería interpretarse como tal. Quién así haga estará cometiendo el más grave de los abusos que se pueden perpetrar en contra del lenguaje. Y ha sido precisamente por esta gravísima falta, de cambiar el verdadero sentido de las palabras de la Biblia, lo que ha dado pié a una variedad considerable de teorías incongruentes acerca de la segunda venida de Cristo y el fin del mundo. Quizás valga también señalar que, en conjunto con estos dos elementos fundamentales para la interpretación de Las Sagradas Escrituras, se debe tener muy en cuenta la riqueza de lenguaje figurado que se encuentra en sus páginas, y que el hecho de no estar familiarizado con el género literario de los hebreos, nos hace personas totalmente incompetentes para interpretar su maravilloso discurso.

 

Consejos prácticos a tener en cuenta

 

     Algo que debe tenerse muy en cuenta al momento de estudiar la Biblia, es que el libro a estudiar es en primer lugar eso, un libro, y por lo tanto debe estudiarse bajo las mismas normas y reglas de cualquier otro libro. Lo siguiente a considerar es que la Biblia es un libro muy especial. Un libro en el que participaron más de cuarenta escritores, los cuales vivieron en épocas y lugares diferentes los unos de los otros; además, el lapso de tiempo entre su comienzo y final fue aproximadamente de unos mil seiscientos años. Por último podríamos agregar, las características de sus escritores varió desde simples pastores y pescadores a reyes, estadistas y hasta un médico, lo cual hace de que nuestro libro a estudiar resulte fascinante y expectante, tanto por su riqueza literaria como por su colorido transcultural. Pero lo que es aún más destacable, y que lo convierte en el libro estrella por excelencia, es que además de todos sus matices y variados elementos, posee una característica muy singular: «tiene un solo autor», y fue quien inspiró su escritura durante todo el tiempo que ésta duró, por lo tanto, no contiene errores[2]en la armonización de su contenido. Ese autor es Dios, por lo que la Biblia no puede ser tratada como un simple libro, sino como El Libro de los libros.

 

Aprendiendo a entender

 

     La respuesta del alto funcionario etíope a la pregunta del diacono y evangelista Felipe fue: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.

     Mi proposición, a través de esta obra, es que me permita “subir a su carruaje” y de una manera sencilla, sin complicaciones, así como yo mismo lo he aprendido y entendido, me dé la oportunidad de ayudarle a comprender mejor algunas de las grandes doctrinas de la Biblia, específicamente en el área de las profecías.

     Mi tema a tratar en este libro se relaciona directamente con la Escatología (el estudio de los eventos futuros); pues considero que es allí, precisamente, en donde se presentan los más graves errores de interpretación. Solo en esta rama teológica se conocen tres escuelas diferentes de interpretación[3], y cada una de ellas está subdividida en otras tantas, lo cual indica que la Escatología es una materia complicada, no fácil de entender y, por lo tanto, debe ser tratada con mucha seriedad; pero por sobre todo, con mucha sabiduría.

     No dedicaré mucho tiempo a comentar sobre cada una de las corrientes escatológicas existentes, sino más bien deseo enfocarme en aquella que yo personalmente creo que es la que mejor interpreta el espíritu y carácter de los textos sagrados y, además, la que me ha enseñado a mirar las Escrituras desde la óptica de quienes las escribieron y de quienes fueron sus primeros lectores.

     El método que uso en la interpretación de los pasajes que aquí expongo, es aquel que considera muy seriamente la posición histórica del texto y su forma gramatical. Para captar mejor estos dos conceptos es muy importante el uso de un buen libro de hermenéutica. Nunca antes había valorado tanto un texto de hermenéutica, hasta que me topé con la Hermenéutica de M.S. Terry. Dicho libro, se puede decir, me abrió los ojos de mi entendimiento.    

     La hermenéutica es la ciencia de la interpretación de documentos escritos, y especialmente de los  textos bíblicos. Todos nosotros, sin darnos cuenta, aplicamos principios de esta ciencia diariamente para interpretar lo que leemos o escuchamos. Para entender expresiones que usan los diferentes pueblos latinoamericanos, o de cualquier otro continente, debemos tener ciertos conocimientos sobre sus costumbres, su cultura y lenguaje inclusive. Observe esto: Cuando un cubano o de otra isla caribeña dice que va a tomar la “guagua”, en algunos países de Sud América como Chile, por ejemplopensarían que va a tomar o cargar un bebé; sin embargo, él simplemente está pensando en tomar un microbús. Para entender algunas expresiones en un idioma diferente al que hablamos no basta con conocer el idioma, se necesita además conocer las costumbres de las personas en ese lugar, de lo contrario no le encontraremos sentido a lo que escuchamos, aunque entendamos su lengua.

     Todos, de una u otra manera, somos intérpretes. A diario nos enfrentamos con personas que no conocemos y es muy fácil mal interpretar lo que nos dicen por el hecho de no conocerles. Los jóvenes de hoy tienen un lenguaje muy particular y entre ellos se entienden perfectamente; sin embargo, los mayores, quienes no están familiarizados con sus “jergas”, simplemente no les entienden. En fin, podría continuar dando ejemplos sobre lo mismo pero no es la idea de este capítulo, sino más bien dar a entender porqué es importante una buena interpretación, y cómo obtenerla de la manera más optima posible. La hermenéutica, precisamente, nos enseña cómo lograr una buena interpretación de un texto. Para ello debemos hacer uso de sus múltiples herramientas y consejos. He aquí algunos principios básicos. 

     Lo primero a tener en cuenta cuando estudiamos un libro de la Biblia es identificar a su escritor. Conocer sobre su origen, en qué época vivió, dónde y bajo qué circunstancias se encontraba cuando escribió su libro o carta; incluso, cuál era el vinculo que le unía con sus destinatarios. Al investigar todo lo que sea posible sobre el escritor, el interprete podrá identificar de manera mucho más nítida el marco histórico en el que se desarrollaron los hechos descritos por él. Será como viajar mentalmente en el tiempo y llegar al lugar exacto en que el hombre de Dios se encontraba cuando redactaba su mensaje, y desde esa imaginaria perspectiva poder asir sus  emociones y pensamientos. 

     En segundo lugar y muy similar a lo anterior, identificar bien a los destinatarios. Su origen, su relación con el escritor, sus costumbres, su cultura, cómo vivían y en qué condiciones, tanto físicas como emocionales, se encontraban cuando les fue escrita la carta. Lo importante con esto es conseguir la mayor cantidad posible de información, tanto del escritor como de los destinatarios. Esto ayudará enormemente para una buena interpretación del texto.

     Y en tercer lugar, tener muy en cuenta la lengua en que fue escrito el libro; si fue en hebreo, en griego o en arameo. Estudiar muy bien las características gramaticales de esa lengua y la morfología de las palabras. Esto último es muy importante, considerando que nuestro idioma español, o cualquier otro, solo actúa como un traductor de aquellas lenguas milenarias, lo cual significa que muchas de las palabras o expresiones que usamos actualmente tuvieron originalmente connotaciones muy distintas a las que hoy les damos.

     Como este no es un libro técnico sobre interpretación o hermenéutica, sino más bien un libro que pretende exponer, de un modo claro y sencillo, ciertas enseñanzas bíblicas que encuentran más de una interpretación en la práctica, por lo que no fatigaré a los lectores con definiciones tediosas sobre figuras retóricas, ni expondré sobre el tan singular estilo literario de la lengua hebrea; aunque sí haré mención de ello más adelante, pero aplicado en contexto con los temas que trataré. Sin embargo, quisiera dejarles como tarea algunos términos que deben ser considerados y estudiados por quienes desean sacar un mejor provecho al estudio de la Palabra de Dios. La siguiente lista es lo que se conoce por figuras literarias o retóricas y que sería importante para el estudiante de la Biblia conocer el significado y aplicación de cada una de ellas.

 

Paralelismos, Lenguaje figurado, Símiles, Metáforas, Alego- rías, Parábolas, Símbolos y Tipos.[4]

 

     La Biblia está llena de estas figuras retóricas, el no identificarlas correctamente podría llevar al estudiante a cometer muchos errores en su interpretación. Ya veremos más adelante las

correspondientes aplicaciones de algunos de estos términos, en los diversos pasajes bíblicos que analizaremos.

 

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[1]2 Timoteo 3:16

[2]Para ser justos, debemos aceptar que la Biblia sí contiene errores, pero estos deben ser analizados individualmente y en su contexto, pues lo más probable que dichos errores sean consecuencia de las muchas transcripciones que se han hecho de los textos a lo largo de la historia.

[3]Las tres escuelas a saber: Premilenarismo; Amilenarismo; Preterismo. El premilenarismo sostiene que la venida de Cristo tendrá lugar antes de la instauración del Milenio por Cristo, de ahí su nombre. Por otro lado, el Amilenarismo sostiene que el reino milenial, es decir, el periodo de mil años,  no es literal, sino que se trata de todo el periodo que vive la Iglesia, desde Pentecostés hasta la segunda venida de Cristo. Y por último, el Preterismo, que es la única forma de interpretación de las profecías “no futuristas”,  sostiene que todo está cumplido, lo que quiere decir, que Cristo, de acuerdo con las Escrituras, ya habría regresado dentro de su generación contemporánea (Mt.24:34)

[4] La definición a todos estos conceptos los encuentra en un manual de Hermenéutica o también en internet.