ANÁLISIS A MATEO 24

La gran pregunta de los apóstoles


1Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

2Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

3Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos,  ¿cuándo serán estas cosas,  y qué señal habrá de tu venida,  y del fin del siglo?

 

     Es muy importante entender que la gran pregunta de los apóstoles en el versículo tres tuvo que ver exclusivamente con la respuesta que Jesús les diera sobre el futuro de su majestuoso templo. No entiendo cómo los futuristas se enredan tanto en este capítulo, argumentando que los discípulos formularon a Jesús dos o tres preguntas diferentes. Aquí es donde debe hacerse uso del sentido común para interpretar las Escrituras. ¿Por qué querrían saber los discípulos cuándo sería el fin del mundo si Jesús solamente les habló de la destrucción del templo? Lea y observe nuevamente el verso tres: “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas,  y qué señal habrá de tu venida,  y del fin del siglo?” ¿Le parece a usted que hubiera aquí tres preguntas diferentes? Comparemos este versículo con sus paralelos de Marcos y Lucas:

 

Mr. 13:4  “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?”

Lc. 21:7  “Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?” 

     Al  parecer  Marcos y Lucas, quienes  no  fueron testigos   presenciales de este discurso, han sido más precisos en su pregunta. No percibo aquí una pregunta ajena a la declaración de Cristo en cuestión. Los apóstoles sólo quieren saber qué señales habrá cuando la destrucción del templo y su ciudad estén para suceder.


     Tradicionalmente se cree que Marcos recibió la información sobre la vida y obra de Cristo de labios del apóstol Pedro, lo cual quiere decir que su fuente informante es fidedigna, mientras que Lucas, según se cree, pudo haberla recibido de Pablo. Por otro lado, se acepta mayoritariamente que Marcos habría sido el primer evangelio de los cuatro en escribirse, y que tanto Mateo como Lucas habrían consultado en sus fuentes[1]. Sea como sea, tanto Marcos como Lucas coinciden en su relato de los hechos de este pasaje, y la conclusión a la que podemos llegar, después de haber leído los tres pasajes paralelos, es que los apóstoles consultaron a Jesús específicamente  por las señales que identificarían el tiempo final de su nación.

 

Falsos “Cristos” 

4Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. 

     Éste, al parecer, fue un problema gravísimo que llegó tempranamente a inquietar a la incipiente iglesia. Textos bíblicos y seculares registran el surgimiento de falsos “mesías” y falsos profetas por aquel tiempo, posterior a la ascensión de Cristo. Lucas en su libro de los Hechos de los apóstolesdescribe algunos de estos casos; luego lo hace Juan, en su primera carta

pastoral.

 

Hch. 5:36, 37 36Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.

37Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.


Hch. 8:9-11  9Pero había un hombre llamado Simón, que antes   ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. 10A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. 11Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.


Hch. 13:6  Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Bar- jesús,

1Jn. 4:1   Amados,  no creáis  a todo espíritu,  sino  probad los espíritus  si  son de  Dios;  porque  muchos falsos profetas han salido por el mundo.

 

     Por otra parte, historiadores como Josefo y Eusebio registran también en sus escritos surgimientos de falsos mesías y falsos profetas durante el primer siglo. En el libro II de "Las guerras de los judíos" capítulo XII, Josefo narra sobre ciertos hombres malvados que, aunque no mataban, corrompían la tranquilidad y bienestar de la ciudad. Engañaban al pueblo haciéndose pasar por religiosos; cautivaban su atención con actos novedosos, llevándoles a lugares desiertos y haciéndoles creer que en esos lugares apartados Dios les mostraba señales de la libertad que obtendrían. Consecuencias, buena parte de la multitud enloquecía y caía por las engañosas promesas de estos falsos profetas. También, un poco más abajo en el capítulo, el historiador menciona de un cierto mago egipcio que llegó a Judea autoproclamándose “profeta”, y que mediante el engaño logró atraer para sí a unas treinta mil personas de entre los  judíos. La intención de este seudo profeta era dirigir a la muchedumbre hasta el Monte de los Olivos y posteriormente llegar a Jerusalén, derrocar a la guardia romana y convertirse allí en señor de todo el pueblo. Si los hombres malvados que engañaban al pueblo llevándoles al desierto para hablarles en nombre de Dios provocó un gran mal entre los judíos más desposeídos, mucho mayor fue el daño que provocó este egipcio, según el propio Josefo. Sobre este último incidente narrado por el historiador, es muy interesante destacar que Lucas también lo registra en su libro de Hechos de los apóstoles. Este episodio tiene lugar cuando Pablo fue acusado por los judíos de Jerusalén de provocar sedición y alboroto entre ellos, entonces el tribuno de la compañía luego de apresarle le hizo la siguiente pregunta: “¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios?” (Hch. 21:38). A Pablo le habían comparado o confundido con ese falso profeta. Al parecer, la proliferación de estos engañadores no pasaría desapercibida en lo absoluto, por lo cual Jesús en el versículo 11 vuelve a advertirles:

 

“Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos”.


Los principios de dolores – Guerras y rumores de guerras

6Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no  os  turbéis, porque  es  necesario  que  todo esto acontezca;  pero aún no es el fin. 7Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8Y todo esto será principio de dolores.

     Considerando que el siglo que a la mayoría nos ha tocado vivir (siglo veinte) sufrió los horrores de dos injustificadas guerras mundiales, las que costaron la vida según cifras estimativasde unos 60 millones de personas, y para qué decir de las centenares de guerras menores que han continuado desde aquellas hasta hoy y en donde otros tantos millones más han muerto, es fácil tentarse a creer que la profecía de Jesús en el monte de los Olivos encuentra su cumplimiento fiel justamente en nuestro tiempo. Se debe tener en cuenta que el  tiempo que cubren estos capítulos (Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21), es siempre durante la generación que oyó a Jesús decir estas palabras (Mt.24:34). No pueden sacarse de contexto algunos versos y situarlos en otras épocas, esto es una falta a las leyes de la interpretación. Aceptando que esto es así, paso a explicar los versículos leídos.


     Cornelio Tácito, historiador romano (56-117 d/C.), en su obra: “Anales”, describe una serie de guerras que ocurrieron bajo el mundo romano del primer siglo. Sus sangrientas conquistas, guerras civiles, alzamiento de nación contra nación y de reino contra reino, fueron sucesos casi cotidianos durante los años posteriores a la predicción de Jesús. En el capítulo XLIII del libro duodécimo,Tácito narra hechos sorprendentes acaecidos durante el reinado de Claudio. Es impresionante como el relato del historiador coincide con el discurso de Jesucristo en el Monte de los Olivos. Él dice:


"por aquel año (52 d/C.) sucedieron muchos prodigios. Muchas casas fueron destruidas por los continuos terremotos; la gente vivía dominada por el miedo; la tierra no producía, y había gran escasez de alimentos; el hambre aumentaba y las masas enloquecían a causa del hambre".

 

      Tácito escribe que en realidad en Roma no había más comida que para 15 días, y atribuye méritos a los dioses romanos, quienes habrían concedido un blando invierno por lo que se pudo realizar un libre comercio por el mar y de este modo abastecer la ciudad con víveres. El capítulo XLIV  narra los grandes movimientos producidos entre partos y romanos, por la guerra que se levantó por aquel mismo

año entre armenios e iberos. [2]


     Algo muy similar escribe también Josefo (30-100) en su libro: "Las guerras de los judíos", diciendo que las guerras civiles romanas eran tan comunes dentro del imperio, que prefería “omitir” detalles sobre ellas, por ser éstas bien conocidas por todos. Al referirse a la guerra que los romanos hicieron contra su pueblo se puede leer, en la primera frase del prólogo de Flavio Josefo a los siete libros de las guerras de los judíos, la siguiente confesión:

 

«Porque la guerra que los romanos hicieron con los judíos es la mayor de cuantas nuestra edad y nuestros tiempos vieron, y mayor que cuantas hemos jamás oído de ciudades contra ciudades, y de gente contra gente».

Al terminar el primer párrafo de este prólogo, Josefo dice:

«Porque cuando, como dije, se movió esta gravísima guerra, estaba con guerras civiles y domésticas muy revuelta la república romana»[3].

     Solo hay que darse el trabajo de investigar en libros y fuentes adicionales a la Biblia, para percatarse que todo cuanto Jesús predijo en los evangelios tuvo su fiel cumplimiento en el tiempo que él dijo que sería.

Pestes, y hambres, y terremotos

7Porque  se levantará  nación contra  nación,  y  reino  contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.

     Pestes y hambres, se podrían vincular perfectamente con las muchas guerras que asolaron la tierra habitada de aquel entonces. Mortandad por doquier, cuerpos putrefactos contaminando el medio ambiente pudieron, fácilmente, traer enfermedades, pestes y escasez de alimentos a la población más vulnerable de la época tal cual como lo expone Tácito en el extracto de los dos capítulos que he puesto más arriba. Lucas, en el versículo paralelo a éste, describe estos acontecimientos así:

Lc. 21:11 “y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo”. 

     Marcos 13:8 enfatiza también en estos “principios de dolores” con sediciones, terremotos en diferentes lugares, hambre y alboroto; por tanto, tenemos el testimonio bíblico y el histórico que nos confirman de que estas señales se cumplieron en el primer siglo, y previo a la caída de Jerusalén.

     Hechos de los apóstoles registra un importante dato sobre una gran hambruna en toda la tierra habitada, la cual debió ocurrir en los años 50 del primer siglo cuando Claudio gobernaba Roma. Este hecho también lo registra Eusebio de Cesarea en su obra: "Historia Eclesiástica", escrita en los primeros años del siglo cuarto.[4]

 

Hech. 11:27-29 27En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 29Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea;

     La ofrenda para los santos que se registra en los primeros versículos de 1Cor.16 y Rom.15:26 tenía por objeto ir en ayuda de los pobres que habían en las congregaciones de Jerusalén y Judea, lo cual quedó escrito como un testimonio realde que el hambre era extremadamente grande en la tierra de Palestina por aquel tiempo. Estas calamidades se cumplieron años antes que comenzara “la gran tribulación” para los judíos. Jesús había dicho que el fin no llegaría de inmediato, sino que esto sería «principios de dolores» solamente (v.8).

Las persecuciones por causa del Nombre de Cristo

9Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y  seréis  aborrecidos  de todas  las gentes  por  causa de minombre. 10Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 

     Si hay que ser fiel a la gramática del texto bíblico en estos versículos, se debe aceptar que las advertencias de Jesús sobre futuras persecuciones están directamente dirigidas a sus discípulos. Serían ellos y no otros los que experimentarían tribulación, odio de la gente y hasta el martirio. Observe el pronombre que Jesús emplea en su advertencia: os entregarán, os matarán, seréis aborrecidos. El “os”, equivale a la segunda persona plural del pronombre personal “ustedes”. La forma en español latino para las advertencias de Jesús sería: “Entonces a ustedes los entregarán a tribulación, y los matarán, y ustedes serán aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”. De acuerdo con la regla gramatical, el pronombre “ustedes” corresponde a los sujetos que están escuchando; o sea, personas que están presentes. Si revisa bien todo el capítulo 24 de Mateo y sus paralelos de Marcos 13 y Lucas 21 observará que el pronombre es el mismo siempre, lo cual condiciona inmediatamente la conversación al número de personas que está oyendo. En ningún caso se podría siquiera pensar que Jesús tenga en mente en ese momento a gente que no está presente, de lo contrario habría dicho: “ellos” y no ustedes.

  

     Pretender que advertencias tan intimas y personales como: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”, y las que aparecen más arriba en el capítulo: “Mirad que nadie os engañe” (v.4), “oiréis de guerras”(v.6), tengan una interpretación relevante para cada época. Además, si se toma en  cuenta que Jesús mencionó en su discurso lugares y costumbres  que  solo se identifican con el pueblo judío, es “truncar” deliberadamente el verdadero espíritu de la Escritura. Es transgredir las leyes elementales del lenguaje y transformar la Biblia en un libro sin sentido común, en donde las palabras no tienen significado ni valor gramatical, sino que cada cual puede interpretarlas libremente, de acuerdo con su conveniencia o posición teológica. Lamentablemente, esto es lo que ha hecho la escatología futurista con las Escrituras.

     Entonces entendemos que los que serían entregados a tribulación, y que incluso matarían, y serían aborrecidos por causa del nombre de Cristo serían los discípulos de Jesús; quizás no solamente los doce, pero probablemente todos aquellos más íntimamente relacionados con el maestro. Aunque el Nuevo Testamento no registra mayor información sobre el destino final de los apóstoles, sí puede encontrarse en libros históricos de la época antecedentes sobre el fatal pero, al mismo tiempo, glorioso desenlace que tuvieron los seguidores de Cristo, especialmente sus apóstoles y discípulos más cercanos, al punto que para el año 70 d/C. no quedaba prácticamente ninguno de los apóstoles, excepto Juan quien, según la tradición, habría muerto de anciano alrededor del año 100 en Éfeso. Sin embargo, este antecedente es muy poco probable e incluso creíble, considerando que solo Irineo, obispo de Lyon (130-202 d/C.), y quien según la tradición fuera discípulo de Policarpo y éste a su vez discípulo del apóstol Juan, registra este dato, como también la fecha tardía de la redacción del libro de Apocalipsis[5]. [6]. No entiendo cómo nadie se percató de esto antes, o si lo ha hecho por qué no lo ha planteado públicamente. Para mí, que leo por primera vez los escritos de Irineo, me es muy difícil creer que alguien que supuestamente pertenecería a la tercera generación en la línea apostólica (Juan-Policarpo-Irineo), escribiera tan distinto a como lo hiciera el propio apóstol Juan o los demás apóstoles. No digo que los escritos de Irineo sean falsos, pero pienso que podría haber existido algún tipo de manipulación en los contenidos de sus cartas o libros, incluso en la fecha tardía de su redacción. Según mi humilde apreciación, después de leer: "Contra los herejes", es que su redactor no corresponde a un depositario directo de las doctrinas apostólicas del primer siglo[7]

     Se debe tener en cuenta, además, que con la destrucción de la ciudad de Jerusalén, se destruyó también mucha información concerniente a la Iglesia naciente y sus columnas, los apóstoles. Uno puede observar que Hechos de los apóstoles termina abruptamente sin darnos mayores detalles del destino final de Pablo y del resto de los apóstoles. El evangelio de Marcos al parecer quedó inconcluso, y sus últimos 12 versículos  los habría añadido otra persona. Hay un espacio vacío muy considerable a partir del año 70 d/C. y que duró muchos años, años de los cuales no se tiene ningún testimonio fehaciente de la suerte que corrieran los cristianos que sobrevivieron al holocausto judío en la caída de Jerusalén. Lamentablemente, la información que hoy disponemos sobre aquella túrbida época es muy escasa. A excepción de unas breves observaciones hechas por los pocos historiadores del primer siglo con respecto a los horrores del desastre de Jerusalén y la lastimosa suerte que corrieron sus habitantes, no existen otros documentos que rebelen el proceso «post 70 d/C.» de la Iglesia; de ahí a la ambigüedad en los escritos históricos a los que hoy tenemos acceso. Mucha inseguridad en cuanto al destino final de ciertos personajes; problemas con las fechas y modos en que murieron los apóstoles del Señor; etc. En la mayoría de los casos simplemente se especula con respecto a la historia inmediata de la Iglesia después del año 70, por lo que darle demasiada importancia y credibilidad podría ser peligroso, ya que, como he tratado de decir, buena parte de los escritos disponibles de aquella época contradicen en muchos sentidos lo que uno lee en el Nuevo Testamento [8].


El aumento de la maldad


12y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

     Siempre entendí que este versículo definía muy bien el comportamiento humano de nuestro tiempo. Hoy al abrazar una línea de interpretación diferente a la que tenía y después de haber investigado en muchas fuentes me declaro disidente al respecto; la maldad actual no es superior a la de dos mil o tres mil años atrás. El problema radica en la interpretación que damos a la profecía de Jesús sobre este asunto. La mayoría ve todo hacia el futuro, y aunque no se atreven a decir cuándo será el fin, creen que ya están viviendo los últimos tiempos. Esto significa que el aumento de la maldad observada en nuestros días es una fuerte señal de que el tiempo está cumplido. Incluso interpretan que la falta de amor o el enfriamiento en las relaciones humanas se deba a este aumento progresivo de la maldad, y consideran además que lo dicho por el apóstol Pablo a Timoteo, con respecto al carácter de los hombres en los  postreros días (2Tim.3:1-5), es una advertencia clara y contundente de que nos hemos acercado ya al final de los tiempos. Sin embargo, al analizar estos versículos, en el contexto que lo hemos venido haciendo, observaremos que la maldad de la que Jesús habló en sus días no podía describir mejor la conducta despiadada y salvaje de los hombres que sitiaron Jerusalén cerca de 40 años más tarde.


     Eusebio  de Cesarea  (275 – 339 d/C.),  obispo e historiador cristiano  de origen griego  conocido  como  el padre de  la historia eclesiástica, debido a que sus escritos se consideran entre los primeros documentos literarios de la Iglesia primitiva. En su obra: “Historia Eclesiástica”, Eusebio, citando continuamente de los escritos de Josefo, no deja nada a la imaginación al describir los horrores brutales y despiadados de que fueran victimas los primeros cristianos, en especial los judíos, por parte de los romanos.


     —Cómo el hambre vino sobre la tierra habitada, tal cual como nuestro Señor lo había predicho, provocando una locura desenfrenada, gran desesperación, al punto de comer lo que fuera: correas, cueros de sandalias, animales inmundos. Hambrientos como perros salvajes, engullían lo que pillaban a su paso. Salvajismo e incluso canibalismo. Cómo la desesperación llegó a tal grado, que los seres humanos perdieron su dignidad y su vergüenza. Madres comiéndose a sus propios hijos. Las calles se llenaban con cadáveres de ancianos, niños y mujeres. La maldad de los hombres superaba los límites; ya no había compasión[9].  

 

     Frente a todos estos horrores y tribulaciones son comprensibles las palabras de Cristo cuando dijo: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (v.12). ¿Cuál era el sentido de estas palabras? Simplemente que frente al terror que experimentarían en aquellos días, a muchos cristianos se les “enfriaría” su amor por Jesucristo; Mas el que perseverare hasta el fin dijo éste será salvo (v.13). Surge una nueva pregunta: ¿Salvos de qué?  Bueno, salvos de la ira de Dios que vendría sobre Jerusalén y su pueblo apostata, durante aquella generación.


     Por razones que ya he explicado,  el  Nuevo Testamento no

entrega  mayores detalles de  cómo y dónde murieron los após-

toles y demás discípulos del Señor, excepto de Esteban el diácono, lapidado por miembros del Sanedrín (Hech.7:60),  y de Jacobo (Santiago) el hermano de Juan, ambos hijos de Zebedeo, quien fue muerto a espada por Herodes (Hech.12:2). En internet se puede encontrar mucho material relacionado con la historia de la Iglesia del primer siglo, como también sobre la destrucción de Jerusalén y el horroroso holocausto del que fuera víctima el pueblo judío a manos del ejército romano, comandado por el general Tito. En las notas al pie de página podrá encontrar direcciones en donde puede buscar parte de la información presentada en este libro.

 

La gran comisión alcanzada en el primer siglo


14Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

     Éste es otro versículo muy usado por los futuristas, para señalar que la venida del Señor aún no ha ocurrido porque, según ellos, el mundo todavía no ha sido totalmente evangelizado. Eusebio de Cesarea escribió cómo la palabra de Cristo recorrió todos los rincones del mundo en breve tiempo, durante el primer siglo [10]. Ahora veamos el testimonio que nos dan los escritores del Nuevo Testamento con respecto a la predicación del evangelio en los primeros años de la Iglesia. Según lo que leeremos, las buenas noticias llegaron a todos los rincones de la tierra habitada de aquella época. Porque eso es lo que significa la palabra mundo en Mt.24:14, “tierra habitada” gr. oikoumene (οἰκουμένη G3625-Strong). Jesús no pensaba en América en esos momentos, como algunos posiblemente quieran suponer, sino que la comisión a sus apóstoles era imperativamente hacer testigos a todas las naciones del mundo conocido de esa época. Lucas dice que en el día de Pentecostés moraban en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo (Hech.2:5) y, de los cuales, una gran multitud oyó la predicación del evangelio de boca del apóstol Pedro. Los versículos a continuación demuestran que para antes del año 70 d/C., la fe cristiana había llenado la tierra habitada con su esperanzador mensaje.

a)      Acusan a Pablo de promover la nueva doctrina por todo el mundo 

Hch. 24:5  Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los   judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos.

b)     La fe de los hermanos de Roma se divulga por todo el mundo

Rom. 1:8  Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo.

c)      El evangelio llega a Colosas, así como a todo el mundo 

Col. 1:6  que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,

d)     Pedro tiene testimonio en sus días, que hay cristianos en todo el mundo conocido

1Pe. 5:9  al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos  padecimientos  se van  cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

     Estos versículos ya los había mostrado en el capítulo segundo, pero nunca está de más volver a repasar la Escritura, ¿verdad?  —Como puede apreciar, estos pasajes bíblicos señalan claramente cómo la propagación del evangelio, o del cristianismo, llegó a todos los rincones del mundo conocido o habitado del primer siglo. Cuando uno plantea esta verdad bíblica, la gente reacciona negativamente formulando la siguiente pregunta: Sí Jesús ya regresó, ¿para qué evangelizar entonces? La respuesta debe encontrarse en la misma Biblia. El reino de Dios es un reino eterno, sin límites, como dice Daniel 9:7 “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite”, lo cual significa que continuará por siempre. Los seres humanos, miembros de este reino, algunos iremos pasando, no obstante otros seguirán viniendo y el reino de Dios continuará creciendo y avanzando por siempre.


     Hay un pasaje muy hermoso en la Biblia el cual describe maravillosamente la continuidad del reino de Dios sobre la tierra. Se encuentra en Isaías 60 y tiene como subtitulo: “La futura gloria de Sión”. Este pasaje ha sido muy mal interpretado por los futuristas, quienes solo han querido ver en él la restauración final de Israel como pueblo escogido de Dios y no las promesas de Dios cumplidas en la Iglesia, la cual está compuesta por judíos y gentiles. Deseo mostrar algunos versículos de este glorioso canto profético, para luego hacer un breve análisis:

1Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 

2Porque  he aquí  que  tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.

3Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.

11Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes.

14Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel. 

18Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que a   tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.

21Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme.

22El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto. 

     Isaías 60 es un canto de triunfo y parabienes, una oda de regocijos y alabanzas. Es la proclamación profética sobre la futura gloria de Israel, pero no del Israel natural, como suponen los futuristas, sino del Israel de Dios (Gal.6:16), la Jerusalén de arriba (Gal.4:26), el monte Sion, la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial (Heb.12:22).


     Cuando en la Biblia aparece el nombre “Sión” se está refiriendo a la Iglesia, el pueblo espiritual de Dios. El apóstol Pablo en Gálatas 4 hace una alegoría de las dos mujeres de Abraham: Sara y Agar. Él dice que estas dos mujeres representan a los dos pactos: Agar, es el pacto proveniente del Sinaí (el viejo) y que da hijos para esclavitud; mientras que Sara, representa al Nuevo Pacto y corresponde a la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros  y es libre (Gal.4:24-26). Digo esto para confirmar que la Iglesia es la depositaria directa de todas las promesas hechas por Dios al Israel natural [11]. En el pasaje de Isaías que hemos leído recién el verso 11 dice: “Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes”. Este es un versículo que gusta mucho a los “apóstoles de la prosperidad”, quienes quieren demostrar con él que la iglesia debe poseer hoy las riquezas materiales del mundo y que incluso los reyes y los grandes de la tierra deben inclinarse ante ella; pero nada está más lejos del verdadero sentido de estas palabras proféticas de Isaías. “Las riquezas de las naciones” son las personas, los elegidos de Dios que deben conformar la Iglesia. Para Dios no son importantes las riquezas del mundo. Él nunca piensa en riquezas materiales cuando habla de sus propósitos con el hombre. Esa interpretación la hemos adoptado en las últimas décadas motivados por los “telepredicadores”, quienes sólo hablan de riqueza y prosperidad al punto de decir que la pobreza es una maldición, y que Dios nos ha liberado de esa maldición en la cruz. Esta es la famosa y tan dañina “teología de la prosperidad”, muy recurrente por nuestros predicadores modernos.


     Investigando en la Biblia el sentido de la expresión: “las riquezas de las naciones”, descubrí que tales riquezas no son materiales, sino que se refiere a las almas que habrían de ser salvas cuando el Cristo viniese al mundo.


     En Mateo 12:29 leemos lo siguiente: Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”.


¿Quién es ese hombre fuerte que guarda su palacio?

 

     ¿A qué bienes se refiere Jesús en esta parábola del hombre fuerte? Para responder a esta pregunta habría que definir, primero que nada, quién era ese hombre fuerte. Para lograrlo hay que tener en cuenta que esta historia no es real sino una parábola, lo cual significa que tanto los personajes como  el escenario son  solo figuras o ilustraciones que  simbolizan el sentido del mensaje que se desea transmitir.

     Hasta hace un tiempo atrás yo sostenía y enseñaba que ese hombre fuerte descrito por Jesús era Satanás, el personaje cósmico que todos identifican. Sin embargo, hoy con mi nueva concepción sobre esta “figura”[12], puedo decir con mucha seguridad que “ese hombre fuerte” representa el corazón rebelde del hombre, es decir, su propia mente, la que siempre se opone a Dios. Para entender correctamente el término al que Jesús está haciendo alusión es necesario leer todo el capítulo y observar en el contexto general cuál es realmente la idea planteada por él. Jesús quiere enseñar que mientras nuestra mente esté dividida entre dos pensamientos nunca habrá victoria, sino destrucción y derrota. Cuando Jesús sanó al ciego y mudo del pasaje que estamos revisando rescató el tesoro que había en él los bieneslo cual era su corazón (mente); una mente corrompida y extraviada  a causa de su enfermedad. El hombre fuerte y armado, como dice Lucas 11:21, era la mente que se oponía al propósito divino. Probablemente este hombre maldecía a Dios a causa de su mal. En el mismo capítulo y en el mismo contexto, Jesús habló del espíritu inmundo que sale del hombre (Mt.12:43) como quien sale de su casa; esto significa que la casa o palacio de todo el pasaje de Mateo 12 se refiere a la mente humana, sencillamente eso. Y con respecto al Satanás que se menciona en el versículo 26, no es que Jesús esté considerando a Satanás como un dios en sí, sino más bien él está confrontando lo que  había en las mentes de los fariseos, quienes en realidad creían en la existencia de una deidad maléfica llamada Beelzebú; que por lo demás era un término pagano de origen caldeo. Jesús acusa a estos líderes religiosos de ser ellos precisamente quienes están en contra de los propósitos de Dios, por lo que les dice en el verso 30: “El que no es conmigo, contra mí es, y el que conmigo no recoge, desparrama”. Ese era el punto de la discusión de Jesús con los fariseos, sobre una casa dividida en sí misma, o sea, la mente de la persona que se opone a Dios (adversaria a Dios). En los versos 34 y 35 les dice justamente lo que se provoca en el corazón de ellos: ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Por tanto, las riquezas en este contexto no son bienes materiales sino espirituales; corazones bajo el dominio del príncipe de este mundo, que no es más que el espíritu de pensamiento adverso a Dios que dominaba al hombre (Ef.2:2), y del que fueron liberados por uno más fuerte que él (Lc.11:22).


     Apocalipsis 5:12 dice: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”. Nuevamente aquí aparece la palabra «riquezas», y aunque bien podría interpretarse por bienes materiales, pareciera que el término en este versículo es más atribuible a personas que a cosas por el contexto en que se encuentra. El capítulo cinco de Apocalipsis revela el momento glorioso cuando Cristo sube al cielo después de su sacrificio en la cruz tal como dice Hebreos 9:11, presentándose ante el Padre como el sacrificio perfecto. Es en ese momento cuando recupera para sí y para Dios los reinos del mundo (Ap.11:15).


     Jesús,  en  sus parábolas del reino  de Mateo  13:44 y 45, habló  de tesoros escondidos y  perlas de  gran precio; a  mi  entender se refería a los escogidos del reino, es decir, a su Iglesia. Por todo esto, creo que el evangelio eterno del reino de Dios deberá predicarse por siempre, porque las riquezas de las naciones las personasdeberán ser traídas a él. El mensaje de hoy no puede ser un mensaje de juicio, pues el juicio ya fue ejecutado hace dos mil años atrás. Y tal como en la parábola de la fiesta del rey, de Mateo 22:1-14, los primeros convidados (los judíos) a la fiesta de bodas que tipifica al reino de Dios, rechazaron la invitación. Luego, en un acto de “pura gracia” y por medio de la predicación del evangelio, Dios se volvió a nosotros los gentileslas riquezas de las naciones, y nos llamó a su precioso reino de luz. El llamado sigue extendiéndose, pero no porque las bodas aun no se celebren, sino porque estamos ya disfrutando de esa fiesta eterna. La Iglesia esposa del Cordero, comprada y lavada por su preciosísima sangrereina en gloria junto a su amado Salvador desde ese maravilloso día; y aunque para la misma Iglesia esto sigue siendo incomprensible ésta es la verdad que profesa la Biblia: ¡Cristo vino! tal cual como él lo dijo. Nuestra misión actual, como Iglesia redimida y conocedora de los misterios eternos de Dios y que por la gracia del Señor hemos alcanzado los siglos venideros (este tiempo), es proclamar a los cuatro vientos este mensaje sublime que tiene poder para transformar al mundo.


“para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:7).


     Y por último, pareciera que la idea de Mateo 24:14, de predicar el evangelio  a todas las naciones antes  del  fin, no estaba pensado en un proyecto misionero de alcance mundial como hoy se entiende, sino más bien habría que verlo en contexto con lo que dice Mateo 10, cuando Jesús envía a sus doce apóstoles a predicar el evangelio del reino de Dios a la nación de Israel (v.7), y en especial el versículo 23 en donde dice:


“Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”.

     Si para Jesús el tiempo de alcanzar tan solo a Israel con el evangelio del reino era muy limitado, con mayor razón lo   sería si él hubiera pensado en una evangelización mundial antes de su venida, unos 40 años más tarde.

 

La Abominación Desoladora y la Gran Tribulación


15Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. 19Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! 20Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; 21porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha  habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22Y  si  aquellos días  no  fuesen acortados, nadie  sería  salvo, mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

 

     Llegamos a uno de los puntos más controversiales en la doctrina de la segunda venida de Cristo, el tiempo de la gran tribulación. De acuerdo con el relato, una importante señal que indicaría el tiempo de la gran tribulación y la aproximación del fin, sería cuando la profecía de Daniel sobre la abominación desoladora tuviera su cumplimiento (v.15). La expresión: «abominación desoladora», está tomada de Daniel 9:27.

 

«Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador».

 

     La misma aparece también en Daniel 8:13 y 11:31. Aun-que esta profecía se considera casi por la mayoría de los  intérpretes bíblicos cumplida en la diabólica personalidad del rey sirio [13]. Durante este periodo de siete años, según Scofield, se desarrollarían los siguientes eventos:

 

v   Un pacto de siete años entre un futuro príncipe romano (el cuerno pequeño de Dn.7:8) con los judíos.

v    A la mitad de la semana, y por medio de la fuerza, este príncipe pone fin al pacto e interrumpe el ritual del culto judío e introduce la abominación desoladora en el santuario.

v    Inmediatamente el príncipe romano inicia la persecución en contra de los judíos.

v    El fin de la semana setenta concluye con el juicio sobre el desolador y trae consigo la justicia perdurable, (el milenio) [14].

 

      Scofield, además argumenta, que la prueba de que esta semana final aun no llega a su cumplimiento pleno, descansa sobre la afirmación de Jesús cuando dijo que todos esos importantes eventos estaban relacionados con su segunda venida (Mt. 24:6 y 15).  

  

     Decía que éste es uno de los puntos más controversiales dentro de la doctrina escatológica, precisamente por la diversidad de opiniones que se vierten con respecto al tiempo de la tribulación de Mateo 24:21. La Escatología futurista, por ejemplo, ofrece tres teorías diferentes para determinar el posible tiempo de esta hora de prueba, situando su “anti-bíblica” doctrina del “rapto de la Iglesia” como el punto principal de referencia. Según los partidarios de esta corriente interpretativa, Cristo podría venir por su Iglesia en los siguientes posibles tiempos: «ANTES, DURANTE o DESPUÉS» de la tribulación de aquellos días. Sin embargo, quienes sostenemos el modo de interpretación llamado Escatología Realizada o preterista creemos que este tiempo de gran tribulación, de Mateo 24:21, tuvo que ver exclusivamente con la nación de Israel durante la destrucción del templo y la ciudad de Jerusalén en el año 70 del primer siglo.


     Si  leemos el  pasaje paralelo a éste en Lucas 21,  nos da-remos cuenta que Jesús en ningún momento da a entender a sus oyentes judíos que la gran tribulación afectaría a alguien más que no fueran ellos, los habitantes de Jerusalén y Judea, es decir, al pueblo de Israel existente en sus días. Veamos:

 

20Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado21Entonces   los  que  estén en  Judea,   huyan  a  los montes;  y los que en medio de ella, váyanse; y los que  estén en los  campos, no entren en ella. 22Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 23Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. 24Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas  las naciones; y  Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.


     El verso 23 habla de “gran calamidad” en lugar de gran tribulación como dice Mateo y también Marcos 13:19, pero es evidente que se trata del mismo evento. Mateo 24 enfoca todo su discurso hacia el pueblo judío, del mismo modo lo hace Marcos, pero al parecer a mis hermanos futuristas no les convence esto plenamente. Por extraño que parezca, la doctrina sobre “la gran tribulación” está tomada de Mateo 24:21, y sus pasajes paralelos en los evangelios sinópticos, y al leerlos detenidamente cualquiera puede entender que allí se está hablando del pueblo judío y de nadie más que ellos. Otro detalle muy importante en este pasaje de Lucas 21 es la alusión que Jesús hace a lo dicho por los profetas en el Antiguo Testamento (v.22), probablemente a Oseas 9:7. Observe:

 

“Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo conocerá. Necio es el profeta, insensato es el varón de espíritu, a causa de la multitud de tu maldad, y grande odio.

 

     Ahora bien, los futuristas aceptan que Jesús predijo en este discurso la caída de Jerusalén ocurrida en el año 70, pero para ellos esto no fue más que un hecho histórico sin gran relevancia escatológica, porque el sentido real, escatológicamente hablando,que tuvieron las palabras de Jesús en el Monte de los Olivos según esta escuelatendrá un cumplimiento fiel y trascendental al final de los tiempos, con la segunda venida de Cristo. Y para que este discurso tenga el sentido futurista que quieren darle, inventaron la regla hermenéutica llamada «ley del doble cumplimiento o referencia». J.D. Pentecost, dice sobre esta ley:

 

«Dos eventos considerablemente separados en cuanto al tiempo de  cumplimiento, pueden  juntarse en la esfera de una profecía. Esto se hizo por cuanto el profeta tenía un mensaje para su propio día y también para algún tiempo futuro»[15].

 

Sobre este asunto, M.S. Terry expone:

 

«Pero en el instante que admitimos el principio de que ciertas partes de la Biblia contengan un sentido oculto o doble, introducimos en el santo libro un elemento de incertidumbre y trastornamos toda posibilidad de interpretación científica. Dice el doctor Owen: «Si la Biblia tiene más de un significado, no tiene significado alguno». Ryle dice: «Sostengo que las palabras de la Biblia se han dado con la intención de que tengan un sentido definido y que nuestro objeto principal debe ser el descubrir ese sentido y luego, adherirnos rígidamente a él… Decir que las palabras tienen cierto significado meramente porque son susceptibles de ser estrujadas para hacérselo tener, es una manera deshonesta y peligrosa de manejar la Escritura»[16].

 

     Resulta  muy interesante  comparar  las distintas  formas en que los tres evangelios sinópticos describen la presencia de la abominación desoladora que habló el profeta Daniel, y de este modo determinar el tiempo en que ésta llegaría. Mateo dice: “cuando (la) veáis en el lugar santo” (v.15); Marcos 13:14 dice: “cuando (la) veáis… puesta donde no debe estar”; y Lucas 21:20 dice: “cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos”. Sea que esté en el lugar santo o donde no debe estar, lo cierto es que esta abominación desoladora sería provocada por los ejércitos de Roma. No necesariamente debería interpretarse por «lugar santo» a la parte interior del Templo, ya que éste bien podría estar referido a la ciudad en sí. Además, si se toma en cuenta que en el Antiguo Testamento Jerusalén es llamada la “santa ciudad”, y en especial la referencia a Daniel 9:24, «tu santa ciudad», parece mucho más razonable interpretar de este modo la expresión de Jesús. No debe haber entonces ninguna duda con respecto al tiempo de la abominación desoladora. Lucas lo deja muy claro en el verso 20 cuando dice:

 

«cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado».

 

     Eusebio de Cesarea, citando de los escritos de Josefo en “Guerra de los judíos”, narra en su “Historia Eclesiástica” la escalofriante historia de una mujer, de nombre María, que vino a refugiarse por aquellos días en Jerusalén. Distinguida y de gran riqueza, y a quien los tiranos paulatinamente fueron despojando de todo cuanto poseía. Tal era su indignación e impotencia que a menudo vituperaba y maldecía a los criminales, haciendo que éstos se comportaran aun más feroces contra ella. Queriendo morir, mas sin hallar quién lo hiciera, cayó en la desesperación extrema oprimiéndole el hambre las entrañas y la médula,  y actuando éstos como malos consejeros se fue en contra de su propia naturaleza, y agarrando a su hijo de pecho, dijo: «¡Desventurada criatura! En la guerra, en el hambre y en la revuelta, ¿para quién te cuidaré? Si llegamos a parar vivos en las manos de los romanos, la esclavitud. Pero el hambre llega antes que la esclavitud y los rebeldes son más terribles que ambas opciones. ¡Venga, pues! Sé mi aliento, la maldición de los rebeldes y un mito para el mundo; ¡lo único que faltaba a la desgracia de los judíos!» Mientras decía esto mató a su hijo, luego lo asó y se comió una mitad, pero el resto lo ocultó.


     Este tan inhumano y salvaje acto que, según el propio Josefo, ni siquiera los griegos ni los bárbaros registraron algo semejante en sus libros de historia, fue tan repugnante aun para los mismos rebeldes quienes, acostumbrados a derramar sangre y actuar con violencia desmedida, al enterarse del macabro sacrificio después que la propia mujer presionada por ellos les confesara y además les diera para que comieran de la otra mitad (de su hijo) que había guardado, no pudieron resistirlo: “Es mi hijo, mi obra”, exclamaba aquella enloquecida madre. Comed, pues yo también me he alimentado”. El relato termina describiendo cómo un escalofrío y un estupor se apoderó de estos sanguinarios hombres, quienes salieron temblando de aquella casa, y por primera vez no habían quitado la porción de semejante alimento a su moradora. Eusebio, tomando como ejemplo esta aberrante crónica judía, dice:

 

«Éste fue el castigo que recibieron los judíos por su delito y su impiedad para con el Cristo de Dios. Pero merece la  pena añadir la verdadera profecía de nuestro Salvador, con la que manifestaba los mismos acontecimientos, cuando profetizaba como sigue: Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.»[17](Mt.24:19-21).


Y para concluir este párrafo sobre la gran tribulación, deseo hacer un breve comentario a los tres últimos versículos de esta sección:

20Orad,  pues, que  vuestra huida no  sea en invierno ni en día de reposo21porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22Y si aquellos  días no fuesen  acortados, nadie sería salvo; mas  por  causa de los  escogidos, aquellos días serán acortados.

 «Vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo». Cómo éramos “manipulados” con este versículo en aquella pequeña iglesia en la que me crié. Recuerdo que constantemente algunos predicadores, haciendo uso de su “ignorancia teológica”, decían a la congregación:¡Ojalá que nuestro Señor no venga en un día de invierno, cuando por causa de la lluvia o el frío nos hayamos quedado en casa en lugar de haber venido al culto! ¡Ojalá que la venida del Señor no sea en un día sábado, cuando muchos hermanos anden paseando o de compras en lugar de venir a la iglesia!… y cosas así por el estilo. Pero no deseo hacer mayor comentario sobre estos “irrisorios” recuerdos de mi infancia, sólo los he puesto a modo de anécdota. Mas lo que sí quería comentar era nuevamente sobre la forma tan personal de Jesús para advertir a sus discípulos y a la gente que oía su discurso: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo”. Algunos comentarios bíblicos sobre esta advertencia de Jesús sugieren lo siguiente: La huida durante el invierno traería graves consecuencias, ya sea que por el frío, la lluvia o la nieve la gente más vulnerable como niños y ancianos se verían severamente afectados, por lo que muchos evitarían huir. En cuanto a la mención del día de reposo, ésta nos señala que solamente un pueblo en toda la tierra podría observar con tanta diligencia ese día los judíos, y esto nos demuestra claramente que la advertencia iba dirigida específicamente a ellos. ¿Qué implicaba que la huida fuera en sábado? Bueno, que las puertas de la ciudad pudiesen estar cerradas y no les fuera posible escapar. Otro de los inconvenientes para huir en sábado podía haber sido también la restricción legal del día de reposo de caminar más de cierta distancia; para infortuna de ellos esto sería un gran obstáculo para huir en aquel día. Fuera cual fuera el momento en que esta hora amarga llegase a la ciudad, la advertencia de Jesús era imperativa: ¡Huid! ¡Escapad! por vuestra vida, porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. El hecho de que Jesús haya magnificado la gran tribulación de aquellos días sobre Jerusalén, señalando de que no hubo nunca nada parecido, ni tampoco lo habría después de ésta, indica el tiempo en que esa tribulación tendría lugar. No estaba pensada para el final de los tiempos, de lo contrario no tenía sentido decir: “ni la habrá”, si el tiempo llegaba solamente hasta ese instante. Y con respecto a lo que dice el verso 22, «que por causa de los escogidos aquellos días serían acortados, de lo contrario nadie sería salvo», no es difícil entender estas palabras después que se ha leído lo anterior. Cuánta aflicción, cuanta mortandad durante ese periodo de tiempo. Josefo dice: «sumando el número de todos los muertos, ya sea por el hambre y/o por la espada, cayeron un millón cien mil personas»[18]. Todo esto ocurrió en el segundo año de gobierno de Vespasiano, o sea, justo por el año 70 d/C., tal cual como Jesús lo había profetizado: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lc. 21:24). Si la guerra contra este pueblo hubiese durado más tiempo, ningún solo habitante de la ciudad de Jerusalén habría sobrevivido (o habría sido salvo).

Jesús reitera el auge de los falsos Cristos

23Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí aun a está, no lo creáis. 24Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, los escogidos. 25Ya os lo he dicho antes. 26Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. 27Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. 28Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

     Estos últimos versículos no son de gran significación como para explicarlos detalladamente uno por uno; más que nada reiteran las recomendaciones ya antes dicha por el Señor en cuanto a cuidarse de los “falsos Cristos” que se levantarían por aquellos días. Marcos 13: 21 también lo advierte:

“Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, He aquí, allí está, no le creáis”.

     Un comentario bíblico sobre estas advertencias últimas de Jesús dice: “Nadie puede leer el relato de Josefo de lo que sucedió antes de la destrucción de Jerusalén, sin ver cuán sorprendentemente todo esto se cumplió” [19]. Con respecto a los versos 27 y 28 quisiera simplemente acotar que la venida de Cristo por segunda vez, durante la destrucción de Jerusalén, no fue un hecho indiferente o aislado para la gente de esa época; aunque fue tan repentino y fugaz como un relámpago, no obstante, se hizo ver o notar desde un extremo hasta el otro. Y por último, el versículo 28 expresado metafóricamente por Jesús pareciera dar a entender que del modo como las aves de rapiña o “carroñeras” huelen la presa muerta desde lejos,  así también vendrían hasta esta ciudad, corrompida y muerta (espiritualmente), las aves del juicio divino, en este caso las águilas del ejército romanotal cual como lo indicaba la figura en su estandarte.  

  

     La idea de analizar en profundidad Mateo 24, era para determinar el tiempo en que la desolación llegaría sobre Jerusalén. Después de leer lo que la misma Biblia enseña, además de todos los documentos históricos que he presentado, no debería existir ninguna duda con respecto a que esos días de gran tribulación, profetizado en el Antiguo Testamento y confirmado por Jesús, correspondan a los horripilantes días vividos por el pueblo judío durante la caída y destrucción de Jerusalén. Ahora bien, sea que usted acepte o no esta interpretación escatológica no tiene gran relevancia; sin embargo, hay algo que usted no podrá negar ni mucho menos pasar por alto, y es el enfático y concluyente sentido de continuidad que expresa la primera palabra del siguiente versículo a leer.

 

Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días


29E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

Primera Parte

     La mayoría de los teólogos e intérpretes bíblicos convergen en que la gran tribulación de Mateo 24:21 guarda relación única y exclusivamente con Israel; pero la divergencia se presenta cuando hay que determinar el factor tiempo de este periodo. De acuerdo con nuestro estudio a esta primera parte, podemos concluir que ese periodo de angustia y de gran desolación tuvo ya su cumplimiento en la destrucción de Jerusalén en el año 70 del primer siglo. Ahora bien, necesitamos ser estrictamente respetuosos con el significado de las palabras y aceptar que la expresión: “inmediatamente”, une ineludiblemente los eventos de la gran tribulación con el regreso de Cristo. Dicho acontecimiento marcó el fin del siglo, no del mundo como se quiere suponer, sino simplemente el fin de la era (gr. aion) judaica; la economía del Viejo Pacto.


     Durante el tiempo que me ha llevado escribir este libro he tenido que indagar mucho en la literatura futurista, especialmente dispensacionalista (o ¿sensacionalista?), y es sorprendente descubrir la gran diversidad de opiniones que se vierten sobre este capítulo que estamos analizando. Un reconocido dispensacionalista (Arno C. Gaebelein, 1861-1945, ministro metodista) dice que la mayoría de los intérpretes bíblicos concuerdan en que esta primera parte del discurso de Mateo 24 tuvo su cumplimiento en el primer siglo, pero al mismo tiempo añade: ésta es una interpretación “insensata” y que daña violentamente a la Palabra de Dios[20]. Otra importante pero al mismo tiempo absurda observación es la que hace Cyrus I. Scofield (1843-1921) en su comentario a Lucas 21:20 (pasaje paralelo a Mateo 24:15). Él dice que en el discurso del Monte de los Olivos están en consideración los dos sitios de Jerusalén (Scofield llega a esta conclusión, del “doble cumplimiento”, al considerar en conjunto los escritos de los tres evangelios sinópticos sobre el discurso de Jesús). Él sostiene que Lucas describe el evento histórico del sitio de Jerusalén ocurrido en el año 70 bajo el liderazgo de Tito, y que por lo tanto los versículos 20 al 24 se cumplieron literalmente en el primer siglo. Pero por otro lado, añade,ni Mateo ni Marcos mencionan sobre el sitio de Jerusalén, sino que en su lugar describen la abominación desoladora que habló el profeta Daniel y que según Scofield tendrá lugar al final de los tiempos, durante los últimos siete años que preceden a la segunda venida de Cristo.


     En resumen: Para Scofield, Lucas 21:20-24 describe el sitio de Jerusalén del año70, mientras que Mateo 24:15 y Marcos 13:14 describen el segundo cumplimiento de la profecía, el cual tendrá lugar en el futuro [21]. Este argumento por más que se quiera demostrar, lamentablemente no tiene ningún asidero bíblico, simplemente estuvo en la mente (fantasiosa) del señor Scofield.


     Los futuristas dicen que ellos interpretan la profecía literalmente, tal cual como está escrita; sin embargo, la interpretación que han hecho de Mateo 24 no pareciera ser muy literal, pues han pasado por alto un aspecto fundamental de la hermenéutica: su marco histórico. Ellos enseñan que toda la Escritura fue escrita pensada en nosotros y para cada época a través de la historia, pero esto es un grave error. Si bien es cierto que “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar,  para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2Ti 3:16) no podemos apropiarnos de promesas y juicios que sólo competen a personas y pueblos determinados del pasado. El discurso de Mateo 24 está estrictamente dirigido al pueblo judío. Basta solo leer con sentido común el pasaje e inmediatamente se puede percibir a quienes Jesús dirige sus palabras. Veamos algunos ejemplos sobre esto:


v  Mirad que nadie os engañe (v.4).


v  Por tanto, cuando veías en el lugar santo la abominación desoladora… (v.15).


v  Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo… (v.20).

v  Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo…(v.23)

v  Ya os lo he dicho antes (v.25)

v  Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto… (v.26)

     ¿Leyó bien? Las palabras de Jesús van dirigidas a una audiencia presente, a personas que están allí escuchando su discurso, o sea sus apóstoles y demás discípulos. Además del factor gramatical e histórico tan importante a tener en cuenta al pretender interpretar las Escrituras, están también otros elementos que no lo son menos y se trata  de datos culturales y geográficos, que se mencionan en el pasaje, y que solo guardan relación con Israel.


     Con toda esta información delante de nosotros, no podemos cerrar los ojos y creer que el discurso de Jesús tuvo una doble connotación. Suponer esto equivale a considerar la Biblia como un libro ambiguo, en el cual no podemos confiar.

 

Segunda Parte

 

     Muchos se detienen sobremanera en la segunda parte del versículo 29, para construir toda clase de incongruencias relativas a lo que ellos consideran “la segunda venida visible de Cristo”. (El rapto es considerado por los futuristas como la primera parte del programa de la segunda venida de Cristo y es denominada: “la venida invisible”).


     La  manera tan espectacular como los evangelios sinópticos describen los sucesos inmediatos a la tribulación de aquellos días, llama la atención:

 

“el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”.

 

     Aun cuando existen  documentos históricos que narran ciertos fenómenos espectaculares vistos en el cielo alrededor del año 70 d/C. [22], lo más “razonable” podría ser que este tipo de descripción pictórica obedezca sencillamente a la forma tan peculiar del idioma bíblico de querer expresar la grandeza de un acontecimiento por medio de figuras hiperbólicas: “las estrellas caerán del cielo”. Lo mismo se aprecia en la introducción de Apocalipsis. Juan describe la más grande promesa del  Nuevo Testamento , y en especial de su libro, en un estilo muy hebraico, lleno de emoción y suspenso: «He aquí que viene con las nubes» (Ap.1:7). Marcos 13:24, 25 y Lucas 21:25, 26  narran de un modo muy similar los sucesos descritos por Mateo, y que tienen lugar inmediatamente después de la tribulación de aquellos días. Si por «tribulación de aquellos días» nos estamos refiriendo a los indescriptibles estragos provocados por la desolación de la ciudad de Jerusalén en el año 70, entonces estamos estableciendo que los eventos narrados a partir del verso 29 de Mateo y confirmados por Marcos 13 y Lucas 21 tuvieron su cumplimiento inmediatamente después de dicho desastre.


     El lenguaje que usa Mateo en este versículo, para describir la inauguración del Reino de Dios sobre la tierra, está tomado del Antiguo Testamento, principalmente del libro de Isaías:


10Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.

13 Porque  haré  estremecer los cielos, y  la tierra se moveráde su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira (Isa. 13:10 y 13).

Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera (Isa. 34:4).

     En los dos primeros versículos, Isaías describe metafóricamente los horrores de los juicios de Dios sobre Babilonia, el gran imperio pagano y asolador de la antigüedad. Es históricamente sabido que Babilonia fue sitiada y destruida por Ciro el Grande en 539 a/C. De ahí en adelante, Babilonia,nunca más volvió a ser reedificada a su mismo esplendor; aunque sobre sus ruinas su nombre siguió existiendo por  varios siglos, no obstante, la profecía de Isaías fue fulminante.


     Lo mismo se puede observar en Isaías 34:4, en el juicio de Dios sobre Edom. Aquí como en el caso anterior el lenguaje es puramente figurado, pues aunque la ciudad y sus moradores fueron destruidos casi totalmente, no pudo ser bajo ningún aspecto de la forma como lo describe el profeta. Si este cuadro pictórico debiera interpretarse literalmente, sería el comentario más absurdo y ridículo que existiera sobre un pasaje bíblico. La razón es simple: Los cielos y sus constelaciones no fueron estremecidos, ni tampoco la tierra fue removida de su lugar durante el sitio de Babilonia. Y en el juicio contra Edom, la profecía simplemente enunció el desmoronamiento magistral e inminente de un pueblo que parecía muy fuerte y seguro y el que, además, había sido el principal enemigo de Israel en el pasado. De igual modo, Mateo y Lucas recurren a la misma figura literaria de Isaías para describir cómo en un momento todo el poder y grandeza de un reino soberano, como lo era el pueblo hebreo, es despojado y desarmado de toda su influencia y poderío, comparando su esplendor y gloria con las eternas e invulnerables lumbreras de los cielos. La profecía describió asombrosamente la caída súbita de la ciudad, que en un tiempo fuera “el gozo de toda la tierra” (Sal.48:2; Lam.2:15).


     Algunos replicarán que la conmoción estelar descrita en el versículo 29 tiene mucho sentido con lo que dice 2 Pedro 3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y [23].


     Ahora bien, la palabra “elementos”, que comúnmente se interpreta por materia, en el original griego es: stoijeíon. Y es muy interesante notar que esta misma palabra se usa además para describir aquellos principios de conocimientos elementales sobre cualquier ciencia, y que en las cartas de Pablo aparece con el nombre de “rudimentos”. Esto nos hace sugerir entonces que la expresión del apóstol Pedro en el verso 10,   “los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”, se refiere a la estructura del Viejo Pacto, tal como lo observó Owen.


    “Los elementos ardiendo”, no es la materia atómica que compone el universo, sino el sistema político y religioso de los judíos, y naturalmente todo su pueblo representado por las estrellas del cielo.


     Otro punto muy recomendable observar en el pasaje es el carácter de inminencia que Pedro da a esta profecía, lo cual indica que la aniquilación, de la que está hablando, se encuentra muy cerca de ellos; no da para pensar en dos mil años en el futuro, sino dentro de muy poco. Los versos 11 y 12 dicen:


11Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no  debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.


    Para el futurista, que todo interpreta literalmente, 2Pedro 3 está lejos de ser un texto simbólico. Para él la destrucción de los cielos y tierra y su correspondiente re-creación, tiene un significado literal, por lo tanto esta profecía, indiscutiblemente (para ellos), no ha tenido cumplimiento aun; por consiguiente, la segunda venida de Cristo es un evento todavía futuro. Lamentablemente, el futurista no quiere ver la montaña de evidencias que muestra la Biblia con respecto al tiempo en que la profecía debía cumplirse, y el significado correcto que ésta tendría. El verso 13, por ejemplo, declara la promesa tomada de Isaías 65:17 en donde Dios, a través del profeta, promete restaurar el reino de Israel en un nuevo pueblo; devolver el gozo a la ciudad santa, y hacer que todo lo pasado (viejo pacto) nunca más vuelva a la memoria. Para alcanzar la justicia perdurable y la paz eterna, Dios debía realizar algo catastróficamente insólito, terminar con el actual pueblo rebelde y duro de cerviz y engendrar de sus mismos lomos, espiritualmente hablando, a un nuevo pueblo la Iglesia. Israel, a partir de esa profecía, tenía sus días contados. Años más tarde lo confirmaría el profeta Daniel con su tajante certificado de defunción para la nación apostata:

Dan. 9:24  “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”.

     La única manera de entender correctamente la profecía es dejando de ser tan dogmático y exageradamente fantasioso, y aceptar que el lenguaje profético de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, está perfectamente entrelazado, y que no hay razón suficiente para pensar que el significado que le dieron sus primeros destinatarios deba ser diferente al que nosotros queremos darle hoy. Pero es obvio que la tradición es mucho más fuerte que la Palabra misma de Dios a la luz de la historia, por lo que será muy difícil aceptar que hemos estado equivocados con respecto a la interpretación del mensaje escatológico de la Biblia, a no ser que tengamos la voluntad y valentía suficiente para despojarnos de esa teología futurista tan dañinaque hemos heredado.


     Como lo mencioné en páginas anteriores, la teología moderna traza sus principios doctrinales sobre la base de la teología histórica de los padres de la Iglesia. En ella, por razones “muy extrañas” y que comentaré más adelante, se puede observar con relación al tema de la segunda venida de Cristo la misma expectación que mantenía la Iglesia primitiva sobre este glorioso evento, y lo cual da mucho que pensar. Porque al examinar concienzudamente los pasajes del Nuevo Testamento, incluyendo los que ya hemos estudiado en este capítulo, uno puede percatarse inmediatamente que la profecía sobre el día del Señor tenía para sus lectores originales un carácter de inminencia; por tanto, y frente a esta aparente contradicción, uno podría llegar fácilmente a dos conclusiones: Primero, el discurso profético de Jesús y sus apóstoles no se cumplió en el tiempo prefijado, “dentro de la generación contemporánea a ellos” (Mt.24:34); por lo tanto ellos fallaron, su mensaje resultó ser incierto, y por ende el evangelio es el fraude más grande de la historia. Segundo, la profecía sí se cumplió; Jesús volvió por segunda vez tal cual lo anuncióy estableció el reino de Dios sobre la tierra. En consecuencia, los hechos deben ser visto de la siguiente manera: El día del Señor tuvo lugar en la destrucción de Jerusalén; El fin del siglo fue el final de la edad judía y del viejo pacto; La gran convulsión celestial descrita en la profecía debió, obligadamente, tener un carácter simbólico. Bajo esta observación sólo se puede concluir que los escritos de los llamados “Padres de la Iglesia”  estarían intervenidos. No puede ser que Josefo, el historiador judío no cristiano del primer siglo, diera mayor credibilidad a las palabras de Jesús en su discurso del Monte de los olivos, que los depositarios directos de las doctrinas cristianas heredadas de los mismos apóstoles del Señor. Por lo tanto, yo me atrevería a dudar de la veracidad de la herencia patrística, y darle todo el crédito a la Palabra de Dios y la historia.

 

La Señal del Hijo del Hombre 


30Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán  al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.  


     Llegamos al punto más emocionante del discurso: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo». Cuán interesante resulta leer esta frase apegándonos lo más posible al espíritu de la letra. Observe que no dice que se verá a Jesús sino “su señal” en el cielo. ¿Cómo podría ser esto? Creo que aquí se repite algo que era muy natural en el Antiguo Testamento, cuando Dios se hacía presente en medio de su pueblo. En realidad, Dios no era visto por la gente, pero ellos sí entendían que Dios estaba allí, porque veían la señal de su presencia. Veamos algunos ejemplos:


Ex. 13:21  Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.

Ex. 14:24  Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró  el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios,

Ex. 19:9  Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo  hablo  contigo,  y también para  que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.

Ex. 20:21  Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

     La nube era la señal de que Dios estaba allí. No era  necesario ver literalmente a Dios;  es más,  jamás se les habría pasado por la mente siquiera que podrían verle; eso para ellos era sencillamente imposible. Con el mismo espíritu con que se entiende el Antiguo Testamento, debe entenderse también el Nuevo.

     La señal del Hijo del Hombre prosigue al punto más dramático de la historia del pueblo semita, historia que se consume lastimosamente en medio de la más horrenda tribulación de todos los siglos. Es el clímax de las edades, el punto neurálgico en el que convergen todas las profecías de la Biblia. Es el fin del intervalo entre la cruz y el reino eterno; entre lo movible y lo inconmovible (Heb.12:27); entre el sol del poderío judío, que deja de resplandecer (v.29), y el sol de justicia que viene trayendo en sus alas salvación (Mal.4:2; Heb.9:28). La señal del Hijo del Hombre significa el cumplimiento exhaustivo y supremo de todo lo dicho por los profetas en el pasado (Lc.21:22). Ningún otro acontecimiento bíblico es más prominente y relevante que el día grande del Señor. Ningún otro acontecimiento ocupa tanto espacio y atención en toda la Biblia que el día del Señor. Este es el verdadero y único centro de la historia: «Cristo volviendo en gloria y majestad», y anunciado con la genialidad única y espectacular de la lengua hebrea: «en las nubes del cielo», del mismo modo como Daniel lo vio siglos antes:

 

13Miraba  yo en la visión de  la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.

14Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos,  naciones   y lenguas  le  sirvieran;  su dominio es do-

minio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido(Dn. 7:13 y 14).


     Estos versículos que nuevamente salen a relucir son muy importantes, y aunque pensaba comentarlos más adelante lo creo conveniente hacerlo ahora. En primer lugar, debo decir que la mayoría de los teólogos y comentaristas bíblicos concuerdan en que la frase: “verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo”, Jesús la tomó del libro de Daniel, justamente del pasaje que acabo de citar más arriba. Lo interesante en la profecía de Daniel es que él no ve a Jesús descendiendo hacia la tierra, sino que lo ve subiendo hasta el Anciano de días, que indudablemente se trata de Dios Padre, y ha ido hasta allí para recibir el reino eterno. Aquí hay una tremenda revelación y que lamentablemente no ha sido bien entendida por la mayoría. Se ha malinterpretado la expresión: “viene en (o con) las nubes”, con un regreso literal de Cristo. Lo que él quiso decir en realidad en su discurso del Monte de los Olivos fue que pusieran atención a la señal de su venida, y no que esperasen verle a él literalmente regresar. Esto tiene mucha relación con lo que dijera al sumo sacerdote un poco más adelante:

“Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mt.26:64).

     A simple vista pareciera que Jesús le hablara al religioso sobre dos eventos a presenciar: Primero, ver al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios; y segundo verlo venir en las nubes del cielo. Sin embargo, creo que ambas cosas corresponden a un mismo acontecimiento, pues se debe entender, haciendo uso del sentido común, que no se puede estar sentado a la diestra del poder de Dios y al mismo tiempo viniendo en las nubes del cielo. Lo que Jesús dio a entender a sus apóstoles y posteriormente al sumo sacerdote es que estuviesen atentos porque ellos, y todos los de aquella generación, serían testigos de la señal más gloriosa de las edades: Su entronización en el cielo y la posesión del dominio y el poder para ejecutar los juicios sobre aquella generación perversa.


     Hay una tremenda confusión con respecto al tema de la segunda venida de Cristo y me parece que no será fácil revertir esa postura en este libro, y no por falta de evidencias bíblicas, claro está, sino más bien por esa idea preconcebida tan enraizada en las mentes cristianas con respecto a esta doctrina. Decir que Jesús no vendrá es la más grande herejía que un ser humano puede pronunciar, según el cristianismo tradicional. No obstante, permítame insistir: lo acepte o no fue lo que Jesús dijo: Su venida tendría lugar dentro de aquella generación (Mt.24:34), y repito no se refirió a una venida visible, sino a la señal de su venida, la cual estaría caracterizada por la caída de todo el sistema político y religioso judío y descrito con la imagen de una conmoción cósmica, inmediatamente después de la tribulación de aquellos días.


     El otro problema de interpretación ocurre con la expresión: «verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo». Ésta es la misma expresión que usa Juan en Apocalipsis 1:7  “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”.


     Da la impresión que el texto dijera que Jesús será visto por todo el mundo, y esto se hace aún mucho más evidente asociando la frase del verso 30: “entonces lamentarán todas las tribus de la tierra”. Sin embargo, la expresión: “todas las tribus de la tierra” no puede bajo ningún aspecto tratarse de toda la población mundial. En primer lugar, porque la profecía tiene relación directa con el pueblo judío. Lo que iba a ser destruido era Jerusalén (Lc.21:20) y no el mundo. Entonces, las tribus de la tierra en este contexto corresponde a las tribus de Israel. ¿Recuerda ese cuadro tan dramático cuando Jesús camina hacia el monte de la crucifixión, cargando su cruz y sintiendo el látigo del verdugo? Bueno, en ese pasaje se muestra a mujeres de Jerusalén llorando al ver la forma tan cruel y despiadada en que su Señor está terminando su carrera; Jesús las mira y les dice: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos(Lc. 23:28). Es muy posible que Jesús se estuviera refiriendo, en este versículo, a esos días de gran angustia por los que tendrían que pasar, y de los que no estaban tan lejos.


     Sería muy interesante también revisar el pasaje de la ascensión de Cristo. Lucas es el único que registra este tan importante evento y lo escribe primeramente en su evangelio y más tarde en su libro de los Hechos de los apóstoles. En Lucas 24:51 leemos que Jesús, luego de bendecir a sus discípulos, se separó de ellos y fue llevado al cielo. En cambio Hechos 1 describe algunos detalles que son cruciales para entender el asunto que nos ocupa en este momento, su venida. Los versos 9 al 11 dicen:

 

9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, yle recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.


     Parece que aquí radica el problema de la confusión. El relato dice que: “viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”. Es muy posible que los únicos que le vieron irse al cielo hayan sido sus discípulos. Hay muchos episodios en la Biblia en que ocurrieron situaciones sobrenaturales y que sólo fue visto por algunos; por aquellos a quienes Dios determinó que lo vieran. Algunos ejemplos: En el pasaje de la transfiguración, de Mateo 17:1, leemos que Jesús tomó aparte a tres de sus doce apóstoles, para que presenciaran un pequeño avance de su gloria venidera. Pablo dice también a los corintios que Jesús, después de su resurrección, se apareció separadamente y en ocasiones distintas a Pedro, a los doce, después a más de quinientos hermanos, a Jacobo y finalmente a todos los apóstoles (1Cor.15:5-7), lo cual indica que verlo levantado de entre los muertos no fue privilegio de todos, sino solamente de algunos, probablemente los más cercanos. Por lo mismo, es muy posible que la señal de su venida, si es que hubo alguna manifestación sobrenatural de su apariencia, algo muy poco probable por lo demás,habría sido observada solamente por quienes le vieron irse al cielo. Pues debe entenderse también que la ascensión de Cristo no fue un espectáculo público, sino algo estrictamente privado. Por tanto, en el contexto de Hechos 1:9 se debe concluir que el regreso de Cristo no sería visible al ojo humano, pues dice: "una nube le ocultó de sus ojos". No es lo mismo decir: vendrá en una nube y todo ojo le verá, a decir que una nube le ocultará de todo ojo. Por otro lado, la figura  de la nube era familiar para quienes  conocían las Escrituras hebreas. El profeta Isaías, por ejemplo, profetiza que Jehová vendría con juicio sobre Egipto, y lo anuncia espectacularmente así:

"Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos"(Is.19:1)

 

     Ahora bien,  ¿verían  los egipcios a Jehová  cuando vino sobre ellos? Desde luego que no, porque Jehová no vino literalmente sobre Egipto. La expresión: “He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto”, está en sentido figurado, forma muy típica de la lengua semita y se usa para dar realce al mensaje que se desea transmitir. Vea estos otros dos ejemplos:


"Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y eltorbellino, y las nubes son el polvo de sus pies" (Nah. 1:3).

"Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento" (Sal. 104:3).

     Si el lenguaje hebreo tenía esta forma tan pictórica de expresarse en el Antiguo Testamento y era comprendido perfectamente por sus primeros lectores, ¿por qué debería tener una idea o comprensión diferente para los destinatarios del Nuevo Testamento, siendo que ellos eran igualmente hebreos? Simplemente sería absurdo.


     Volviendo a  Isaías 19.  La manera en que Jehová llevaría a cabo su sentencia sobre Egipto es asombrosa, y se encuentra en el siguiente versículo:

 

"Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino".


     La estrategia de Dios sería provocar una guerra civil en Egipto y de esa manera ejecutar sus juicios sobre esta nación pagana, haciendo que se eliminarán entre ellos mismos. El hecho de que el Nuevo Testamento diga que Jesús volverá en las nubes del cielo, no necesariamente debería interpretarse como que Jesús mismo, literalmente, vendría allí o así; porque al igual que en los ejemplos anteriores, la figura de las nubes simboliza la presencia de Dios, o mejor dicho (en este caso) de Cristo viniendo en juicio y con gran poder. Hay quienes aun insistirán que Hechos 1:9 dice muy claro que de la forma en que Jesús se fue al cielo (en una nube), así habría de volver por segunda vez y ser visto por todo ojo, de igual modo como dice Apocalipsis 1:7. Sin embargo, hay un pequeño detalle en Hechos 1:9 que no ha sido observado con razonamiento. La nube que recibió a Jesús solo fue para ocultarlo de los ojos de los discípulos, por lo que no debería asociarse con la nube en que habría de volver. En el uso estricto de la   hermenéutica, un texto que ha sido tomado de otro texto escrito con anterioridad no debe interpretarse indistintamente al primero, de hacerlo así pierde su sentido original. Lo mismo ocurre cuando el apóstol Pedro dice: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia" (2Pe. 3:13). Pedro cita la promesa de Isaías 65:17, la que erróneamente ha sido interpretada como una re-creación literal. Allí el profeta anuncia retóricamente el fin de la era del viejo pacto y el comienzo del nuevo; el fin del Israel natural y el comienzo del Israel espiritual, la Iglesia (ya comentaré mejor este asunto más adelante). De igual modo debe interpretarse la venida de Cristo en las nubes basándose en el contexto de la expresión original. Como vimos más atrás dicha expresión fue tomada de Daniel 7:13, y en ella el profeta no ve a Cristo descendiendo, sino ascendiendo a donde estaba el Anciano de días, igual como en el cuadro de la ascensión de Hechos 1:9, y que coincide perfectamente con lo que Jesús le dice al sumo sacerdote: «... y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo» (Mt.26:64). Dos instancias que se mezclan en un solo gran acontecimiento, el día del Señor.[24]


     La destrucción de Jerusalén marcó el fin de la edad del viejo pacto, mientras que la venida de Cristo marcó el comienzo del llamado siglo venidero, la nueva edad, el reino de Dios, la Iglesia del Nuevo Pacto.


     Tanto Mateo 24 como Marcos 13, describen este cuadro  escatológico con el mismo lenguaje apocalíptico característico de los hebreos; mientras que Lucas 21 hace uso de un estilo menos sensacionalista, probablemente para darle un enfoque más histórico que emocionante, pero el discurso es el mismo. Recordemos que Lucas era un médico y tal vez  su modo particular de escribir se deba justamente a su elevada educación. El pasaje paralelo en Lucas 21 dice así:

 

25Entonces  habrá  señales en el  sol, en  la  luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 

26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 

27Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

     Apenas hay algunos cambios verbales en la descripción de Lucas, lo que no opaca en lo absoluto el fuerte impacto que el mensaje pretende entregar. Para nada se podría pensar que estamos frente a otro discurso, como lo han sugerido algunos, sino simplemente se trata de una observación diferente a un mismo asunto, pero que sustancialmente expresa la misma idea de los otros dos evangelistas.

La reunión de los escogidos

31Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán  a  sus escogidos,  de los cuatro  vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

     Para  este versículo se han propuesto diferentes  interpretaciones, dependiendo de la escuela escatológica que lo analice. Pero para que ninguna teoría preconcebida influya en nuestro estudio será muy importante tener en cuenta lo siguiente: Al igual que los versos anteriores éste también está tomado del Antiguo Testamento, y como veremos se relaciona exclusivamente con el pueblo judío.


Isa. 27:13  Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.

     A lo largo de todo el Antiguo Testamento se pueden leer las innumerables veces que se promete a Israel una futura edad de oro; un tiempo glorioso, totalmente restaurado y en su propia tierra. Ahora bien, considerando la particularidad del lenguaje bíblico, con sus múltiples figuras y simbolismos, es peligroso hacer una interpretación a la ligera, y más aun teniendo en cuenta que la Iglesia moderna está fuertemente influenciada por una corriente “sionista”, que poco menos condiciona al cristiano a un segundo nivel en relación al pueblo hebreo. De ahí que se imita su música, su danza y hasta incluso la forma de celebrar los cultos a Dios. Ponen banderas de Israel en la plataforma, candelabros de siete velas, la estrella de David, y se usa aceite para ungir, en lugar de hacerlo solamente en el nombre del Señor. Solo falta llegar al templo con un cordero y sacrificarlo en medio del culto, como una forma de agradar a Dios. No sé dónde vamos ir a parar con todo esto, pero ésta es la triste realidad de la iglesia actual, la que cegada por la ignorancia y/o la equivocada enseñanza de sus líderes, no logra ver la verdad que está ante sus propios ojos; la información histórica que nos entrega el Nuevo Testamento sobre un pacto y una edad ya desaparecida, y por lo tanto obsoleta. Están exactamente igual que los judíos del viejo pacto, con un velo en sus ojos cuando leen las Escrituras (2Cor.3:14).


     Es verdad que Dios prometió restaurar a Israel, por lo que no pondremos en duda su Palabra. Sin embargo, será muy importante tener en cuenta, que dicha restauración debe estar en armonía con el mensaje que presenta el Nuevo Testamento. En él se puede observar muy claramente cuál es el rol que tanto Israel y la Iglesia tienen en el nuevo orden de Dios. Pablo dice que, en Cristo Jesús, ya no hay diferencias entre judíos y griegos (Gal.3:28), porque ahora son uno en Cristo. Dice también, a los efesios, que la pared divisoria que había entre gentiles y judíos fue derribada por Cristo (Ef.2:14), lo que nos indica que la posibilidad de dos pueblos diferentes en el plan de Dios, como enseña el dispensacionalismo, no es compatible con la enseñanza Paulina. Por otro lado, Jesús al ser consultado sobre el tiempo de la restauración de Israel él sólo se limitó a decir:

7No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre les contesto Jesús. 8Pero cuando venga  el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder  y serán  mis testigos tanto  en Jerusalén  como en  toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra(Hech. 1:7 y 8 - NVI).


     Sin el ánimo de hacer conjeturas irresponsables sobre lo que  quiere o  no quiere  decir  la Biblia, uno podría concluir que, en algún sentido y de acuerdo con este ultimo versículo leído, Jesús quiso dar a entender a esos inseguros discípulos que no lograban aun dimensionar el verdadero impacto que había provocado su sacrificio poco más de un mes atrásque la edad del viejo pacto, esa que condicionaba la salvación y la gracia a una sola nación había llegado a su fin, y que de ahí en adelante el reino de Dios, ese mismo del que había hablado metafóricamente en la parábola de la semilla de mostaza, la cual siendo tan pequeña en el momento en que es plantada se transforma luego en la más grande de todas las hortalizas del campo y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra (Mt.4:30-32); ya estaba muy cerca de establecerse plenamente, por lo tanto, la tarea de ellos mientras éste llegaba sería proclamarlo por toda la tierra habitada. Entiendo que será muy difícil aceptar lo que voy a decir, pero es lo que veo muy claramente en el Nuevo Testamento: Los nuevos cielos y la nueva tierra profetizada primeramente por Isaías (Is.65:17), mencionada por Jesús (Mt.5:18), confirmada por Pedro (2Pe.3:13) y posteriormente por Juan en Apocalipsis 21, corresponde a esa restauración tan citada por los profetas antiguos, y que halló su fiel cumplimiento en la fundación de la Iglesia; el Israel de Dios, la Jerusalén de arriba, la ciudad del Dios vivo.

 

    La restauración de Israel tenía que ver con un estado o condición espiritual y no meramente terrenal como lo habían entendido los apóstoles al principio. Cuando Dios hace el pacto con Abraham, le deja de manifiesto que la bendición del pacto no estaría condicionada solamente a las tribus de Israel, sino que a todas las familias de la tierra (Gn.12:3). Luego, en el Nuevo Testamento, Pablo aclara que esa bendición es transferida a los gentiles a través de Jesucristo, la descendencia de Abraham (Gal.3:16). Además, en el cumplimiento pleno de esa promesa enfatizase acaban todas las diferencias que hasta ese momento representaban un gran problema. Estas diferencias a saber eran: las raciales (no hay judío ni griego); las sociales (no hay esclavos ni libre); y las culturales (no hay varón ni mujer). Finalmente, el énfasis que da a su mensaje es que somos uno en Cristo, y si somos de Cristo, linaje de Abraham somos y herederos según la promesa (vv.28 y 29).


     Considerando  todos estos argumentos  se  podría  interpretar con justicia que los escogidos del verso 31 (de Mt.24)correspondería a todos los que estaban inscritos en el libro de la vida desde antes de la fundación del mundo; y en éstos estaban incluidos los elegidos del pasado, del presente y del futuro.


     El escritor a los Hebreos, que escribe a los judíos en la dispersión, hace una dramática comparación entre lo que fue el rígido  culto celebrado en el monte que se podía palpar, Sinaí símbolo del viejo pactoy la nueva experiencia de pertenecer al cuerpo de Cristo, la Iglesia, representada por el monte Sión. Observe detenidamente el impactante contraste que el escritor hace entre un pacto de terror y otro de gloria en los versos 18 al 24 del capítulo 12, y en especial los dos últimos los cuales confirman lo que ya había planteado más atrás, que los escogidos de Mt.24:31 corresponde a la gran multitud de santos hechos perfecto por la sangre del Nuevo Pacto: "sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,  a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos".


     Por estos versículos uno puede interpretar, racionalmente, que la Iglesia es el único pueblo escogido de Dios y que está compuesto por gente de todos los tiempos, de todas las razas y de toda la tierra, y que cualquier otro pasaje de la Biblia que aparente decir lo contrario a esto debería ser analizado a la luz de estas Escrituras.


   Para los futuristas es muy difícil aceptar que el juicio de las naciones ya fue ejecutado hace dos mil años atrás, que la Iglesia fue recogida de los cuatro vientos de la tierra, y que hoy está espiritualmente sentada en los lugares celestiales con Cristo (Ef.2:6), lo que significa que todo, absolutamente todo, está cumplido. La Iglesia está completa y perfecta a pesar de todas esas cosas raras que encontramos en medio de ella. Es Dios quien la dirige y así será por los siglos de los siglos. Mientras exista la tierra en que Dios nos sembró habrá una Iglesia que reine sobre ella. "Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella" (Sal. 37:29).  


     Una última acotación a este segmento. Mateo y Marcos registran paralelamente el cuadro de los ángeles recogiendo a los escogidos desde los cuatro vientos de la tierra, en cambio Lucas escribe el mismo suceso pero un tanto diferente, aunque nunca contradiciendo, sino que describiendo los mismos hechos pero desde una óptica distinta, y esa distinción se expresa armoniosamente con los otros evangelios en este versículo:

 

Lc. 21:28   "Cuando  estas cosas comiencen a suceder, erguíos  y  levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca".

 

     En  lugar de decir  que enviará  sus ángeles a levantar a sus

escogidos de los cuatro vientos de la tierra, Lucas, les da una señal muy esperanzadora: Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. Esto significa que cuando todo lo anteriormente dicho comience a ser realidad ellos deberían erguirse, y esta palabra que en el versículo aparece por erguidos es muy importante, porque en el original griego (G352 anakupto/ Dic. Vine N.T.), no solo significa levantarse figurativamente, sino que también expresa el sentido de alegrarse triunfantemente. Ahora bien, ¿por qué se les dice que se alegren? la respuesta es muy obvia: «vuestra redención está cerca»; es decir, vuestra salvación será consumada plenamente cuando Cristo aparezca por segunda vez (Heb.9:28), lo que equivale exactamente a ser levantado con los escogidos en el día del Señor tal cual como lo describen Mateo y Marcos.


Últimas recomendaciones

    Los siguientes versículos son solo la continuidad de las recomendaciones anteriores; no obstante, el carácter de inminencia que se le da al cumplimiento de la profecía se deja de manifiesto en la reiteración del llamado a estar alerta, atentos a las señales que precederán al gran día del Señor. Los tres evangelios mencionan la misma parábola de la higuera:

32De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su ramaestá  tierna,  y brotan las hojas,  sabéis que  el  verano  está cerca. 33Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

     Parece muy evidente que la parábola de la higuera presenta la destrucción de Jerusalén como la gran señal que precede al regreso de Cristo. En Mateo 21:19, Jesús maldijo una higuera que no tenía fruto sino sólo hojas. Luego, en el verso 43 del mismo capítulo, pronuncia el lapidario juicio sobre la nación hebrea:

"Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él".

 

Lo del reino quitado a unos y dado a otros es muy interesante para nuestro estudio, pues aunque ni Mateo ni Marcos mencionan su llegada, Lucas, en cambio, sí lo hace:


Lc. 21:31  "Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios".

     Es en Lucas también, pero en el capítulo 19, que Jesús refirió una parábola sobre un hombre noble que se fue a un país lejano para recibir un reino y volver (vv.11-27). Está muy claro que aquel hombre noble era Jesús y ese país lejano el cielo, a donde él fue después de su resurrección y de donde también debía volver (espiritualmente) como rey para establecer  el reino que su Padre le habría entregado. Jesús debió hablar mucho de ese reino con sus apóstoles y de cuán cerca estaba  de ellos; eso explica  la idea que  ellos tenían de que el reino se manifestaría en los días de Jesús (v.11).


   Ese reino a la verdad estaba muy cerca, tan cerca que algunos de los que le escuchaban no morirían antes de verlo llegar con poder (Mr.9:1). Por esto el llamado a velar era un imperativo, pues el cumplimiento total a todo el discurso pronunciado estaba en el futuro inmediato de ellos, y lo ratifica con la expresión que a muchos les cuesta tanto entender:

 

«De  cierto os digo, que no  pasará esta  generación hasta que todo esto acontezca» (v.34).


     Digo, que les cuesta tanto entender, pues consideran que la palabra «generación» en este versículo tiene una connotación futura; que era imposible sostienenque Jesús hubiese tenido en mente en ese momentola destrucción de Jerusalén del año 70, por el argumento que expone en el verso 36:  "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre". Lo cual revela claramente el rebelde espíritu de querer torcer una interpretación que aunque estuviera en otro contexto, en cualquier otro lugar de la Escritura, tendría exactamente el mismo sentido que se observa aquí: «no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca». En otras palabras, diría: «no alcanzará a morir toda la gente que hoy me escucha, sin que todo lo que he dicho se haya cumplido plenamente». Por otro lado, la expresión: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”, solo fue observada por Mateo y Marcos, sin embargo, la expresión: no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca, fue observada y registrada por los tres evangelios sinópticos. Si la cantidad de veces que una expresión aparece en la Escritura debe tener mayor credibilidad que aquellas que menos se pronuncian, ésta sería justamente una de aquellas. Y finalmente, el hecho de que Jesús haya dicho si es que realmente fue así que aún a él le era encubierto el momento exacto de su advenimiento (puntualmente el día y la hora) no quiere decir, bajo ningún aspecto, que ese día estaba muy lejos de ellos, más bien la observación alude al carácter de inminencia de ese día. No se debe sacar este solo versículo del contexto general de todo el discurso que comenzó en el verso 3. Por lo tanto, si Jesús dijo que todo cuanto él habló debía cumplirse mientras sus coetáneos aun viviesen, esto debió suceder tal cual como él lo dijo y no hay razón para pensar algo distinto a esto.

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[1]http://es.wikipedia.org/wiki/Evangelio_de_Marcos

[2]http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/tacito/12a.html

Puede visitar esta dirección de internet y leer el libro virtual completo de Los Anales de Tácito. La dirección escrita aquí corresponde, principalmente, a la página en que aparecen los capítulos XLIII y XLIV del libro duodécimo de Los Anales. El libro duodécimo cubre el periodo entre los años 49 d/C. y 53 d/C., siendo Claudio el emperador romano de turno.

[4] Libro Tercero, cap. 6 “Acerca del hambre que angustió a los judíos”. Edición en español de Historia Eclesiástica de Eusebio. Publ. por CLIE. Año 2008.

Puede leerlo en: http://eduardomondaca.com/acerca-del-hambre-que-angustio-a-los-judios/

[5]Con respecto a la fecha tardía de la redacción del libro Apocalipsis y la alusión a la existencia de Juan apóstol, a fines del primer siglo, Irineo es el  primero que lo menciona, y muy brevemente, en su obra: "Contra los Herejes,  al referirse sobre el nombre del anticristo: "pues sabemos que, si su nombre debiera ser claramente proclamado ya en el presente, lo habría dicho aquel que lo contempló en el Apocalipsis; además, esta visión ha tenido lugar casi en nuestro tiempo, hacia el final del imperio de Domiciano", libro V, cap. 3, punto 3.6.

[6]http://www.mercaba.org/TESORO/IRENEO/00_Sumario.htm INTRODUCCIÓN, Cap. IV, puntos: 7 sobre María y 8 sobre la Eucaristía.

[7] Para verificar la veracidad de mi comentario sobre los escritos de Irineo de Lyon, visite la dirección de internet que aparece a continuación:

http://www.mercaba.org/TESORO/IRENEO/00_Sumario.htm (vista en 2014)

[8]Los escritos de Irineo, como podrá ver en la dirección que está en las notas al pie de la página anterior, contienen muchas enseñanzas que no guardan relación con el Nuevo Testamento. Los escritos de Policarpo y otros llamados padres de la Iglesia de igual modo. Éstos se refieren a la segunda venida de Cristo como un evento futuro, lo que da mucho para pensar, considerando que estamos hablando de documentos que supuestamente fueron escritos en los primeros siglos de la era cristiana. Hoy existe bastante información por internet, y de fuentes muy confiables, de donde se puede extraer mayores antecedentes sobre estos documentos históricos. Recomiendo leer el libro de Flavio Josefo: "La guerra de los judíos". En él podrá encontrar el testimonio impactante de quien fuera un testigo ocular del cumplimiento total del discurso de Jesús en el Monte de los Olivos. En la siguiente dirección podrá acceder al libro virtual “Guerra de los judíos”:  

http://www.cayocesarcaligula.com.ar/grecolatinos/guerra_de_los_judios/index.html

[9]“Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro tercero, cap.6, págs. 95-98, publicado por CLIE en 2008.

[10]“Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro segundo, cap. 3, pág. 66. Publicado por CLIE en 2008

[11]Gálatas 3:29; Rom. 4:12-25

[12]Con respecto a mi nueva concepción sobre la figura de Satanás, ésta la expongo muy detalladamente en el capítulo séptimo.

[13]Eventos del Porvenir, cap.XVIII, pág.213. Publicado por Edit. Vida en 1984.

[14]Biblia anotada de Scofield en español, comentario a las 70 semanas de Dn. 9:27, punto 7, pág. 774.

[15]Eventos del Porvenir, cap. IV, punto 1C, Ley del doble cumplimiento, pág.37. Publicado por Edit. Vida - 1984.

[16]Hermenéutica Bíblica de M.S.Terry, cap.XVI, pág.299. Publicado por CLIE/1985

[17]“Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro III, caps. 6, 20-28; 7, 1/ págs. 97 y 98. Publicado en 2008 por CLIE - 2008.

[18]“Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro tercero, cap.7, pág.98. Publicado por CLIE-2008.

[19]Comentario a Marcos 13:21/Jamieson-Fausset-Brown/e-Sword.

[20]Eventos del Porvenir, pág. 214. Publicado por Edit. Vida, 1984.

[21]Biblia anotada de Scofield en español, comentario a Lucas 21:20, pág. 942.

[22]Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea). Libro III, cap. 8, pág.100 / Publ. por CLIE- 2008

[23] John Owen, Works, 16 vols. (London: The Banner of Truth Trust, 1965-68), Vol. 9, pág.134.

[24]Un dato bíblico muy importante con relación al día grande del Señor es la alusión que Pedro hace a la profecía de Joel en el día de Pentecostés en Hechos 2:16-20. Aquí el apóstol da un indicador de tiempo muy exacto de cuándo sería el día del Señor, grande y manifiesto; él dice, de acuerdo con la profecía, que la experiencia que allí se está viviendo antecede a la segunda venida de Cristo.